
La comunicación de una persona con demencia II
¿Cómo ayudan las preguntas y cuando hacen daño?
Las preguntas son delicadas. Por regla general, es mejor formular preguntas cerradas que hacer preguntas abiertas. Las preguntas cerradas se pueden responder con un “sí”, un “no”, un “quizá”, un “no lo sé” o un “no me acuerdo”. Veamos algunos ejemplos de preguntas cerradas bastante prudentes:
– “¿Te gustaría ver la televisión?”
– “¿Te gustaría ir a dar un paseo conmigo?”
– “¿Sabe bien?”
– “¿Te parece bien que venga a verte y me quede un rato contigo?”
– “¿Estás lo suficientemente calentito aquí?”
La clave es formular preguntas que pueda responder con un “sí” o con un “no” y evitar aquellas preguntas que podrían conducir a un “no lo sé” o a un “no me acuerdo”. No hagas preguntas que impliquen recuperar información de la memoria. No preguntes nada acerca del pasado ni, según el proceso de la enfermedad, tampoco preguntes nada que haga referencia a algo que ha sucedido hace cinco minutos.
Debes evitar preguntarle si ha comido, si se ha cortado el pelo o si la ropa que lleva es nueva. Lo mejor que puedes hacer es no ponerle en esa situación y la mejor manera de hacerlo es preguntarle sólo por lo que está sucediendo ahora y por cómo se siente en este preciso instante.
Las preguntas abiertas requieren algo más que una respuesta. En la mayoría de situaciones, son las preguntas abiertas las que mantienen viva una conversación. Sin embargo, esto es algo muy delicado de hacer. He aquí algunos ejemplos de preguntas abiertas que deberías evitar:
-“¿Qué programas de televisión te gusta ver?”
-“¿Qué te gusta hacer?”
-“Cuéntame una historia de cuando eras pequeña”
-“¿Cuáles son tus platos de comida favoritos?
Piensa que no es bueno que hagas este tipo de preguntas porque la otra persona tiene que ser capaz de recordar dos cosas: la respuesta y las palabras que necesita para comunicar dicha respuesta. Puede que consiga visualizar un programa que solía gustarle o que recuerde el sabor de una buena comida pero eso no significa que sepa cómo llamar a esas cosas. Por lo tanto, lo que parece una pregunta sencilla es en realidad un desafío bastante complejo para su memoria.
Algunas sugerencias
●Observa su expresión facial y su lenguaje corporal y deduce su estado emocional
●Sonríele y mantén el contacto visual (sin clavarle la mirada)
●Acaríciale tiernamente
●Dale seguridad diciéndole, por ejemplo: “eres muy bueno/a, estamos contentos contigo”
●Recuérdale los éxitos y alegrías de su pasado
●No te precipites, haz pausas por si quiere expresar algo de manera no verbal
●Escúchale aun cuando sus palabras carezcan de sentido o se repitan
●Si no consigues atraer su atención, inténtalo de nuevo en otro momento
En AFA Las Rozas contamos con la experiencia y formacion para orientarte en estas y otras situaciones que pueden provocarte mayor sobrecarga.
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Bibliografía sugerida: Strauss Claudia. ¿Cómo Hablar con un enfermo de Alzheimer?. Ed. Obelisco, 2005.
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